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En vísperas del centenario de su natalicio, Aracataca celebra los 99 años de Leo Matiz

  • giatodaro
  • 4 abr 2016
  • 3 Min. de lectura

El municipio de Aracataca Magdalena se prepara para celebrar mañana primero de abril los 99 años del fallecido maestro de la fotografía, Leo Matiz, quien con su talento y arte dejó huellas en el mundo. Hoy sus obras no solamente son reconocidas a nivel nacional sino también internacionalmente.


En Macondo como es conocido Aracataca, gracias a las obras del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, se realizará mañana en la noche la Tertulia ‘El ojo mágico y mítico del gran maestro y fotógrafo Leo Matiz’, con la participación de historiadores y amigos que lo conocieron en vida.

Este evento apoyado por la Alcaldía de Aracataca, a través de la Secretaría de Cultura, tendrá lugar en el Patio Mágico de Gabo y Leo Matiz, donde se concentrarán historiadores y amigos que conocieron en vida al maestro de la fotografía al igual que su importante legado.


Para su hija, Alejandra Matiz, es todo un orgullo que las obras fotográficas de su padre sean tenidas en cuenta en su propia tierra, donde ella espera se haga un museo y se expongan las mejores fotografías que tomó su padre, las cuales hoy tienen un gran reconocimiento en el mundo de las artes.


Leo Matiz fue uno de los fotógrafos más versátiles y singulares de la legendaria y memorable generación de reporteros gráficos que renovaron la escena del fotoperiodismo durante las primeras seis décadas del siglo XX en América Latina, Estados Unidos y Europa.

Matiz nació en ‘Rincón Guapo’ (Aracataca), el primero de abril del año 1917, por ello el próximo año estaremos celebrando el centenario de su natalicio.


En su adolescencia viajó a Bogotá para laborar en el periódico El Tiempo y frecuentó la vida bohemia de los cafés con los pintores y caricaturistas famosos a finales de la década de 1930.


Por exigencia de Enrique Santos Molano “Calibán”, abuelo de Juan Manuel Santos, actual Presidente de Colombia, Leo Matiz adoptó la fotografía y consolidó en Colombia una reputación de reportero gráfico alerta con las situaciones y en un cazador penetrante del azar y las almas de los personajes captados con su cámara Rolleiflex.

Vital e incansable, igualmente obsesivo con la perfección en su trabajo de reportero, Matiz viajó de manera infatigable por los cinco continentes y volcó su talento igualmente como fotofija en el cine, la fotografía publicitaria, creador de periódicos y fundador de galerías de arte, exhibiendo por primera vez en 1951 al pintor Fernando Botero en la Galería de Arte Leo Matiz.

México, Centroamérica, Estados Unidos, los andes latinoamericanos, el Caribe, Palestina, Beirut, Tel Aviv y Venezuela, son algunos de los escenarios en los que revoloteó el alma indoblegable y apasionada del fotógrafo Leo Matiz, orientando su mirada hacia lo que Henri Cartier Bresson denominó “el momento decisivo”, ese instante irrepetible en el que convergen lo inesperado de la vida humana, una retina capaz de ir más allá de los visible y una sensibilidad extraordinaria para comprender el vértigo de la historia y el drama humano más allá del implacable ritmo de las rotativas de prensa.

SUS TRAVESÍAS


La vuelta al mundo en imágenes también llevó al maestro Leo Matiz a realizar travesías inesperadas como aquella que lo situó en el corazón de los acontecimientos del París que celebraba la liberación del régimen de ocupación nazi el 24 de agosto de 1944 y que través de su mirada lúcida, penetrante y compasiva convirtió el paisaje urbano de libertad y de embriaguez colectiva en estampas geométricas y caprichosas.


Matiz, sin duda, se sumergió en la atmósfera nocturna y vibrante de la París liberada, perseguido por el fantasma vanguardista de los cronistas gráficos como Robert Doisneau y Brassai que lograron sus mejores obras en la Europa de entreguerras, inspirados en retratar la perturbadora magia nocturna de la ciudad luz con los detalles urbanos de plazas, calles, esquinas y fachadas que la han convertido en el sueño deseable y eterno de nuestra memoria visual, cumpliendo el ritual de lo que alguna vez predijo la ensayista norteamericana Susan Sontag: “fotografiamos lo que está a punto de desaparecer”.


Y así, saltando de un país a otro, de un continente a otro, la vida creativa y tumultuosa de Leo Matiz, obtuvo reconocimientos meritorios como el premio Chevalier des Arts et des Lettres, concedido por el Gobierno francés en 1995 y en 1997 el Filo d` Argento en Florencia, Italia. En 1998 el gobierno colombiano le rinde homenaje y lo reconoce como uno de los grandes protagonistas de la fotografía del siglo XX.


El maestro Leo Matiz fue un autentico colombiano y su muerte, ocurrida el 24 de octubre del año 1998, lo vinculó de modo definitivo y perdurable, a la memoria visual del siglo XX.


 
 
 

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